No es sencillo imaginar las grandes metrópolis como Tokio, Nueva York o Las Vegas sin sus rótulos luminosos de LED parpadeando sobre las fachadas de los rascacielos y desplegando un torbellino de colores ante los transeúntes.
Sin embargo, lo cierto es que la publicidad luminosa es relativamente reciente y está estrechamente ligada al nacimiento de la luz eléctrica. ¿Quieres saber más? Pues hoy te contamos todo desde Rótulos Matesanz.
Una fecha clave es 1880, año en el que el inventor estadounidense Thomas Alva Edison patentó la primera bombilla incandescente, allanando así el camino a otro pionero mucho menos conocido: George Claude (1870-1960), el químico, físico e inventor parisino que inventó el letrero de neón en 1902. La patente llegaría ocho años después.
Así, Francia tuvo el honor de ser el primer país del mundo que exhibió carteles publicitarios luminosos. El ingeniero explotaría su patente hasta 1932, fecha en la que ésta concluyó.
Habría que esperar hasta la década de los felices años veinte para que este ingenio desembarcara en Estados Unidos. La empresa automovilística Packard fue la primera firma estadounidense en abrazar esta tendencia. Lo hizo a lo grande, desembolsando 24.000 dólares de la época en la compra de dos pantallas gigantes adquiridas a Claude, el Edison francés.
De todos modos, las ciudades no serían el único marco que acogería los flamantes carteles luminosos: también las carreteras acabaron sucumbiendo a esta moda. Rebautizados popularmente como fuego líquido, los carteles de neón enamoraron a los anunciantes, ya que los rótulos luminosos podían verse sin problemas a pleno sol y, por supuesto, de noche.
Las letras corpóreas también irían ganando terreno, así como otras formas más imaginativas. Sin ir más lejos, el famoso anuncio luminoso de Tío Pepe, instalado en Madrid, data de 1935.